miércoles, 27 de junio de 2012

Mi palabra, mi libertad.

La fidelidad es un valor reconocido por casi todos. Pero su significado puede variar. Particularmente hay una diferencia entre lo que llamaría la fidelidad resultante y la fidelidad decidida. La primera resulta del buen funcionamiento de la pareja, de las gratificaciones que cada uno consiga de la relación. La segunda es objeto del querer. No es únicamente el efecto de estar bien con mi pareja, sino de querer estar bien con ella. Se inscribe en el horizonte de una promesa, y se realiza como cumplimiento de una palabra.

La palabra da forma a nuestros afectos, tan frecuentemente anárquicos e incoherentes.

Tomando la forma de promesa, la palabra introduce un principio de coherencia. Unifica nuestra existencia. En momentos claves de nuestra vida pronunciamos una palabra y luego la mantenemos. Es así como nos construimos. Es así como llegamos a ser fiables.

En la continuación de la historia de la pareja, la memoria de la palabra dada será un punto de referencia. En el momento de las tempestades habrá una diferencia entre tener como únicas pautas estados afectivos flotantes y tener como referencia la memoria de la palabra dada.

sábado, 2 de junio de 2012

Las fantasías tienen que ser poco realistas, porque en el momento, en el instante en que consigues lo que buscabas, ya no lo quieres, no puedes quererlo, Para que el deseo pueda seguir existiendo necesita que sus objetos estén permanentemente ausentes, No es eso lo que deseas, sino la fantasía de eso, osea que el deseo sustenta fantasías utópicas. A eso se refiere Pascal cuando dice que sólo somos verdaderamente felices cuando soñamos con la futura felicidad y también al decir que la cacería es más dulce que lo cazado o , ten cuidado con lo deseas, no por conseguirlo, sino porque estás condenado a no quererlo en cuanto lo consigas. Así que la lección de Lacan es que, vivir de acorde con tus deseos no te hará feliz. Ser enteramente humano significa esforzarte por vivir de acuerdo con ideas e ideales y no evaluar tu vida por lo que hayas obtenido en cuanto a tus deseos, sino por aquellos breves momentos de integridad, compasión, racionalidad, incluso de abnegación; porque a la larga, la única manera de evaluar la relevancia de nuestra vida, es valorar la vida de otros.